MARÍA DANIELA PAREDES LEÓN
Aun recuerdo como si hubiera sido ayer el día que llegue a audicionar en el coro, un día en el que al bajar las gradas de mi facultad me encontré con un letrero que tenia escrita la pregunta ¿quieres aprender a cantar? Al momento supuse que se trataba de un coro y me anime a ir a la audición. Cuando llegue solo vi chicas por lo que pensé que era un coro femenino como el del colegio, al cual tantas veces escuché pero que nunca me llamó la atención. Mis suposiciones no podían ser mas falsas, al momento de audicionar entraron un grupo de muchachos que pertenecían a la cuerda de bajos. La verdad me desanime y me quise ir, pero ya era tarde, así que sacando fuerzas de no se donde y cerrando los ojos termine audicionando, yo estaba muerta de miedo con la idea de que el director me diga que no sirvo para cantar y me diga “vaya a aprender a tocar guitarra”, como le pasó a mi tía alguna vez. Gracias a Dios no resultó así, recuerdo claramente que no sabía donde colocarme por mi registro pero terminó por ubicarme en sopranos. El ser humano se acopla a todas las circunstancias y yo me acoplé a cantar con sopranos, aunque muchas veces pensé que si me hubiera puesto en altos no hubiese sufrido tanto con los agudos.
Cuando empecé el trabajo en técnica vocal entendí que aquella facilidad para emitir agudos pocas veces es gratis y que al contrario de lo que yo creía esto de cantar bien era el resultado de un arduo trabajo y muchas horas de práctica. Tanto Claudia como yo, aprovechábamos cualquier hora hueco para bajar corriendo a hacer técnica y en mi caso, cada vez que bajaba hacia el local del coro sentía una alegría inmensa como si nada mas en mi vida tuviera importancia, esa alegría era la creciente pasión que nacía en mí hacia la música.
Si bien canto en sopranos, siempre pensé que había un error porque mi voz no es tan aguda, al irla desarrollando y denotar que tampoco se parecía a las voces graves, la inmensa duda creció en mi, el Maestro me explicó que soy Mezzo-soprano, con la honestidad del caso pensé que no era algo bueno, solía pensar “soy media raza” pero con más trabajo y con un mayor conocimiento sobre este ámbito, aprendí que cada voz tiene su característica propia y que eso la hace bella.
Mi caso muy particular esta marcado por un trauma hacia una nota en especial, por lo cual me tocó trabajar mucho más que el resto, recuerdo que llegaba a un punto en el que decía “ya no subo más” y no emitía sonido alguno después de eso. El Maestro Cesitar me decía que no diga eso que si podía, es mas me prohibió decir eso, así que el canto me enseño a cambiar de mentalidad y quitarme el bloqueo del clásico “no puedo”, a un cambio inmensamente más sencillo y a la vez complejo de comenzar a creer que era capaz de hacerlo. Así de repente la pequeña vocecita que parecía susurro y que a mi parecer no aportaba nada al coro, comenzó a crecer y a desarrollarse, no recuerdo cuando obtuve volumen porque no tuve conciencia de eso sino hasta el día en que Cesitar me dijo “te acuerdas como era tu voz cuando llegaste” y así en una rápida revisión me di cuenta de todo lo que había progresado.
Pocos entienden la pasión que la música representa y muchos me han tratado de loca por estar en el coro a pesar de todo, y tal vez todos los que estamos en este coro estamos locos, pero de pasión por la música, una pasión que no lástima a nadie, que nos permite crecer a nivel humano.
Ciertos directores de coro piensan que el coro tiene que darle seguridad al director, yo creía que el director tiene que darle seguridad al coro. Ahora entiendo que es un perfecto equilibrio de ambas, para que tanto el director como el coro tengan el aplomo de pararse en un escenario, dar lo mejor de si al público y tener la tranquilidad que todo va a estar bien.
Llega pronto el día en que deba despedirme de este coro universitario que tanto me dio y que espero haber devuelto en igual medida. El término de un sueño que en el camino se volvió difícil lleva consigo el término de mi estadía en mi querido coro. Aun no sé como decir adiós, ni encuentro palabras que hagan la despedida menos dura. Solo tengo claro que en cuanto al coro se trata y en especial en cuanto a Cesitar, lo único que alberga mi corazón es un infinito agradecimiento por la oportunidad recibida. Aquí es justo agradecer la paciencia y la fe que el maestro depositó en mi sin conocerme, siendo comprensivo con mi problema de horarios, por la paciencia que me tuvo en mi lento desarrollo como consecuencia de mi bloqueo psicológico, por ser ante todo un amigo, por brindarme ese lugar seguro donde nada de este mundo caótico me llega; por curar muchas heridas del alma con sus sabios consejos, por enseñarme a creer en mi y ante todo por enseñarme a ser mejor persona.
Cuando empecé el trabajo en técnica vocal entendí que aquella facilidad para emitir agudos pocas veces es gratis y que al contrario de lo que yo creía esto de cantar bien era el resultado de un arduo trabajo y muchas horas de práctica. Tanto Claudia como yo, aprovechábamos cualquier hora hueco para bajar corriendo a hacer técnica y en mi caso, cada vez que bajaba hacia el local del coro sentía una alegría inmensa como si nada mas en mi vida tuviera importancia, esa alegría era la creciente pasión que nacía en mí hacia la música.
Si bien canto en sopranos, siempre pensé que había un error porque mi voz no es tan aguda, al irla desarrollando y denotar que tampoco se parecía a las voces graves, la inmensa duda creció en mi, el Maestro me explicó que soy Mezzo-soprano, con la honestidad del caso pensé que no era algo bueno, solía pensar “soy media raza” pero con más trabajo y con un mayor conocimiento sobre este ámbito, aprendí que cada voz tiene su característica propia y que eso la hace bella.
Mi caso muy particular esta marcado por un trauma hacia una nota en especial, por lo cual me tocó trabajar mucho más que el resto, recuerdo que llegaba a un punto en el que decía “ya no subo más” y no emitía sonido alguno después de eso. El Maestro Cesitar me decía que no diga eso que si podía, es mas me prohibió decir eso, así que el canto me enseño a cambiar de mentalidad y quitarme el bloqueo del clásico “no puedo”, a un cambio inmensamente más sencillo y a la vez complejo de comenzar a creer que era capaz de hacerlo. Así de repente la pequeña vocecita que parecía susurro y que a mi parecer no aportaba nada al coro, comenzó a crecer y a desarrollarse, no recuerdo cuando obtuve volumen porque no tuve conciencia de eso sino hasta el día en que Cesitar me dijo “te acuerdas como era tu voz cuando llegaste” y así en una rápida revisión me di cuenta de todo lo que había progresado.
Pocos entienden la pasión que la música representa y muchos me han tratado de loca por estar en el coro a pesar de todo, y tal vez todos los que estamos en este coro estamos locos, pero de pasión por la música, una pasión que no lástima a nadie, que nos permite crecer a nivel humano.
Ciertos directores de coro piensan que el coro tiene que darle seguridad al director, yo creía que el director tiene que darle seguridad al coro. Ahora entiendo que es un perfecto equilibrio de ambas, para que tanto el director como el coro tengan el aplomo de pararse en un escenario, dar lo mejor de si al público y tener la tranquilidad que todo va a estar bien.
Llega pronto el día en que deba despedirme de este coro universitario que tanto me dio y que espero haber devuelto en igual medida. El término de un sueño que en el camino se volvió difícil lleva consigo el término de mi estadía en mi querido coro. Aun no sé como decir adiós, ni encuentro palabras que hagan la despedida menos dura. Solo tengo claro que en cuanto al coro se trata y en especial en cuanto a Cesitar, lo único que alberga mi corazón es un infinito agradecimiento por la oportunidad recibida. Aquí es justo agradecer la paciencia y la fe que el maestro depositó en mi sin conocerme, siendo comprensivo con mi problema de horarios, por la paciencia que me tuvo en mi lento desarrollo como consecuencia de mi bloqueo psicológico, por ser ante todo un amigo, por brindarme ese lugar seguro donde nada de este mundo caótico me llega; por curar muchas heridas del alma con sus sabios consejos, por enseñarme a creer en mi y ante todo por enseñarme a ser mejor persona.
